Diario de una pandilla inolvidable.

Somos una pandilla grande, pero no enorme. Somos cuatro chicas. Una de las chicas es Monique, una joven francesa que se vino a España con apenas cuatro años cumplidos, pero que sigue sin pronunciar bien las errs y cambiándolas por ges. Es de estatura media, de piel morena y ojos negros y vivarachos. Su pelo también es negro, y suele llevar una boina muy mona en la cabeza de esas que se llevan en París, que es donde ella vivía antes. Es una alocada, y por la calle, cuando salimos por las noches, ella va directa a un bar que hay cerca del Retiro y engatusa a los camareros para que le den bebidas gratis. Ni que deciros que funciona, y así, por las noches, ya tenemos plan.

Luego está Claudia. Es la que, junto a mí, más cotillea y se mete en la vida de los demás. En el instituto le pusieron un parte por poner un artículo en el periódico del insti sobre rumores:

EL PROFESORADO NO ES TAN BUENO COMO LO PINTAN


A Mar, la profe de Sociales, se la ha visto saliendo del super con un tio que ya ya...
A Lorenzo, el profe de Educación Física, se le ha visto visitando sitios inoportunos...


Y no sé que más decía, porque no me lo leí entero de la risa que me daba... Me imaginaba a Claudia con unas gafas de sol y una gabardina de detective y me entraba la risa floja, como si estuviera tonta o algo... Monique también se rió, con una risa cristalina que solo ella posee, y me miró con sus ojos negros brillando. Es un caso esta amiga mía...

La tercera chica es Emma. Es española, a pesar de ese nombre tan raro que tiene. Es una chica pacífica, que nunca se mete en problemmas... o casi nunca. Cuando se enfada su genio sale a flote y no hay quien la pare. Solemos llamarla, amistosamente, señorita Rottenmeier, porque encima es una qusquillosa...

Y bien, la cuarta soy yo, Laura, la más pesada de todas yun poco vergonzosa...No sé como describirme así que, a continuación, os contaré las peripecias que vivimos mi pandilla y yo.